Cuando pequeños, vemos la Navidad como un día único y mágico en el año durante el cual se cumplen tus sueños porque Santa Claus te deja lo que pediste debajo del árbol; no duermes porque viene Santa y no te lo quieres perder, chequeas el árbol cada cinco minutos a ver si ya están los regalos, pero al final terminas durmiéndote y la única explicación para esto no es que estabas cansado, sino que Santa usó su magia para dormirte y que no lo vieras. Sin embargo, se pierde toda esta magia cuando te enteras que tus padres son el verdadero Santa Claus. Ya no te regalan tantas cosas como antes, pero lo que sí te dejan bajo el árbol son regalos muy valiosos, o que juntos suman una cantidad de dinero substancial, ya sean plasmas, “iLoquesean”, laptops, Xbox, etc.
Si pides algo en alguna otra época en el año, te responden que no hay dinero suficiente, que no te lo pueden comprar, o que es muy caro y realmente no lo necesitas. La realidad es que la mayoría de las familias no se pueden dar el lujo de comprar lo que deseen en cualquier momento, pero, ¿entonces, cómo se explica el “boom” de tráfico económico en los centros comerciales durante la época navideña? La gente gasta los pocos ahorros que tienen o simplemente se embrolla y luego no encuentran la forma de pagar su deuda, todo por pasar una Navidad “feliz”, pero cuando llega enero llegan los dolores de cabeza. Este gasto excesivo ha llegado a ser el principal tema de burla. Por ejemplo, el Viernes Negro es un día mundialmente ridiculizado; las personas se tornan como salvajes al ver que un par de zapatos tiene un 10% de descuento, compran como si las tiendas fueran a desaparecer para siempre.
El mundo se encuentra en una crisis económica con una gran parte de la población desempleada, pero aparece el dinero de la nada cuando llega la Navidad; es por esta razón que la Navidad es verdaderamente mágica.
Por: Beatriz Pujols para Se Rompió el Cristal
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